Didáctica y emocionesEntorno educativo

El entusiasmo es posible y necesario

El entusiasmo para aprender | Liceo Hispánico

El término “entusiasmo” proviene del término griego ἐνθουσιασμóς, que es una palabra compuesta por tres: «en», «theou» y «asthma», que juntas significan «soplo interior de Dios». Para los griegos, el que se entusiasma por algo, lleva un dios dentro que lo cautiva y emociona ante lo que está fuera.  

Debemos entender el entusiasmo como el motor que promueve el esfuerzo por llevar a cabo algo que interesa, con lo que podemos afirmar que no hay cosas imposibles si nos enfrentamos a ellas con emoción. Tener entusiasmo se ha entendido siempre como una cualidad inherente a ciertas personas que hacen las cosas de manera feliz y con ganas, pero depende de la perspectiva que tomemos ante la realización de una actividad concreta. 

En el momento en que un niño se entusiasma, su vida ha dado un giro. En educación es un elemento esencial y, desgraciadamente, estos últimos meses nos han enseñado que, a pesar de la buena voluntad que han desarrollado los profesores de nuestros hijos, nuestros propios hijos y nosotros mismos durante el confinamiento, no hay nada menos emocionante que una copia o que una suma, aunque nos la envíe una persona a la que respetamos y queremos. Dicho de otra manera: ni una copia ni una suma tienen el menor sentido si no se cargan de emoción.  

Si preguntamos entre padres y alumnos, parece que la escuela tiene como objetivo paliar el entusiasmo entre los aprendices (muchas veces hemos oído que la escuela corta las alas) aunque debiera ser lo contrario y ahora, tras haber estado semanas trabajando con nuestros niños desde casa nos damos cuenta de la falta de entusiasmo de nuestros hijos en la realización de sus tareas

¿Es posible crear emoción en el aprendizaje? No sólo es posible, sino necesario. 

A continuación os proponemos algunas claves sobre cómo emocionar a un niño ante un conocimiento nuevo. 

  1. La primera clave es el lenguaje, tan importante. Transformar deberes en oportunidades, contenido en conocimiento y esfuerzo en entusiasmo. Recuérdale a tu hijo la suerte que tiene por saber, cada conocimiento nuevo es un arma para que se enfrente al mundo y pueda cambiarlo. Explícale para qué le sirve lo que aprende, dale un valor real a lo que estudia en clase, hazlo suyo. 
  2. Hazle preguntas que le creen expectación. Para ello puedes revisar de antemano los contenidos que va a dar en clase y hacerle preguntas relacionadas (de forma espontánea, como si fuera una duda que tuvieras, sin que entienda que lo estás preparando para el cole). Podéis ver una película o  leer un libro, pero recuerda, el objetivo es crear en el niño un punto de vista previo que le permita esperar con expectación un conocimiento que se va a trabajar en el aula. 
  3. Cuéntale parte de lo que quieres que aprenda, por ejemplo, puedes leerle un libro por la noche y parar en lo más emocionante y pasarle el libro para que sea él quien siga. Puedes generarle una duda, decirle algo que sepa que es falso para que dé su punto de vista. 
  4. Es importante el material con el que se trabaja. Si usamos materiales bonitos nos entran ganas de tocarlos, de usarlos. Es primordial que cuidemos el aspecto de los ejercicios con los que queremos que nuestros niños se emocionen y que sepamos darles la importancia que tienen. Es recomendable que le trasmitamos a nuestros hijos y a nuestros alumnos la idea de que son materiales que están trabajados previamente y que detrás de cada ejercicio hay un tiempo de preparación. Si nosotros no le damos importancia, tampoco se la darán ellos y perderán el entusiasmo por usarlos. 
  5. Déjale que incluya su punto de vista en lo que hace. Si podemos hablar de lo que pensamos sobre algo que controlamos, en parte lo hacemos nuestro, pues la información no se halla fuera de nuestro alcance, si no dentro de nosotros y eso es emocionante. Cuando esto nos ocurre nos hace crecer y nos da la posibilidad de tener un discurso propio que nos permite compartir nuestro conocimiento. 
  6. Cuéntale para qué sirve lo que aprende. Si no sabemos cuál es el fin de nuestro esfuerzo, perdemos el objetivo por el que entusiasmarnos y el conocimiento se convierte en una serie de datos inconexos, palabras sin sentido y párrafos que memorizar. 

Acercarnos al conocimiento con este punto de vista nos permitirá transmitir a nuestros hijos y a nuestros alumnos la idea de que el mundo está a su alcance y que cualquier actividad puede ser maravillosa siempre y cuando nosotros queramos que así sea.


MÉTODO LENGUA HABILIDAD® de Liceo Hispánico, escuela especializada en la enseñanza de ELE e inglés para niños en Cáceres.